Dado que el foco del mercado se ha trasladado desde la preocupación por la oferta a la debilidad de la demanda, huelgas en operaciones mineras como Escondida no tienen el mismo impacto que si pudieron haber tenido cuando el abastecimiento del metal se veía complicado.
Por Juan Carlos Guajardo
El precio del cobre ha caído recientemente a niveles cercanos a los 4 dólares por libra, impulsando por una salida de inversionistas, quienes habían empujado el precio al alza a fines del primer trimestre principalmente por problemas en la producción de cobre, pero que han ajustado sus expectativas ante un panorama económico menos favorable. A corto plazo, aunque los indicadores fundamentales muestras signos de mejoras, como el aumento de las primas de importación y la estabilización de los inventarios, los datos macroeconómicos continúan decepcionando, especialmente en China. El crecimiento menor al esperado ha llevado a revisar a la baja las previsiones de demanda de cobre. Sin embargo, los planes de la compañía china State Grid, principal consumidor de cobre del mundo, de aumentar sus compras en los próximos semestres podrían moderar este impacto negativo.
En otros mercados, la demanda también ha sido revisada a la baja debido a la desaceleración en la actividad manufacturera y las ventas de vehículos eléctricos, En Estados Unidos, el mercado laboral muestra signos de debilidad, reavivando temores de una posible recesión, aunque la Reserva Federal podría flexibilizar su política monetaria para evitar una crisis mayor.
En cuanto a la oferta, la producción minera ha sido mejor de lo previsto y la producción de chatarra ha aumentado, pero cambios en los incentivos fiscales en China podrían afectar la disponibilidad de cobre refinado en el corto plazo. Dado que el foco del mercado se ha trasladado desde la preocupación por la oferta a la debilidad de la demanda, huelgas en operaciones mineras como Escondida no tienen el mismo impacto que si pudieron haber tenido cuando el abastecimiento del metal se veía complicado.
Las proyecciones actuales indican que el mercado del cobre ha entrado en un superávit antes de lo previsto, y se espera que este excedente persista hasta 2026. En este contexto, los precios probablemente se mantendrán en torno a los 4 dólares por libra durante el resto del trimestre, son una recuperación modesta en el cuarto trimestre si los inventarios visibles comienzan a disminuir y mejora el sentimiento macrofinanciero. Para el siguiente año el panorama no se avizora especialmente fuerte para el precio, esperándose, sin embargo, que inicie una tendencia de alza sostenida a partir del año 2026. Esta proyección no asume que pueda materializarse una crisis financiera como insinuó el lunes negro de hace algunos días.
Este escenario plantea desafíos significativos para la industria del cobre, pero también oportunidades para aquellos que puedan navegar con éxito en un entorno económico incierto y volátil. La transmisión energética, con un enfoque creciente en las energías renovables, seguirá siendo un motor clave de la demanda de cobre a largo plazo. Sin embargo, la capacidad de la industria para adaptarse a las fluctuaciones de la oferta y la demanda en el corto plazo será crucial para determinar su éxito en los próximos años. Y el factor geopolítico será cada vez más gravitante en las decisiones y tendencias de esta y, por cierto, muchas otras industrias.
En conclusión, el mercado del cobre se encuentra en una encrucijada. A corto plazo, los desafíos económicos y políticos globales y las fluctuaciones en la oferta y la demanda supere la oferta, el cobre está bien posicionado para un resurgimiento en los años venideros. Será, por lo tanto, un escenario que demandará a las empresas del sector un manejo sofisticado para enfrentar este entorno volátil, aprovechando las oportunidades que surjan mientras gestionan cuidadosamente los riesgos a corto plazo.
Source: El Mercurio