En base a los últimos tres años de dividendos de la compañía, el bono que pide el sindicato supera los $20 millones por trabajador de acuerdo a cálculos de Plusmining. La minera, controlada por BHP, propuso beneficios por $18 millones en su última oferta.
Escondida se encuentra en un plazo clave para su negociación colectiva. Cinco días de Buenos Oficios a partir de este martes 3 de agosto que, de no resultar fructíferos en términos de un acuerdo, conducirán a concretar la huelga que ya votó favorablemente casi el 100% de los 2.300 socios y socias del Sindicato N°1 de la minera más grande del mundo y que controla BHP. Con la presión de la cuenta regresiva, el principal obstáculo que se interpone en el camino hacia un pacto entre las partes, es el bono de término de conflicto.
La última oferte que los representantes de la empresa pusieron sobre la mesa contempló beneficios por $18 millones, pero los trabajadores apuntan a otra fórmula y monto. “Estimamos que el equivalente al 1% de los dividendos que han recibido los dueños, como un bono de reconocimiento por única vez a distribuirse entre todos los trabajadores, es completamente razonable”, señaló el sindicato en la declaración previa al comunicado que informó la votación de la huelga.
De acuerdo a la consultora especializada Plasmining, esta solicitud apunta específicamente a los dividendos de los últimos tres años hasta 2020, los cuales sumados totalizan del orden de US$6.413 millones. De esta manera, el 1% que se busca como compensación por parte del sindicato de Escondida llega a los US$64 millones, lo que establecería un bono para cada trabajador que va entre $20 millones y $21 millones, considerando un tipo de cambio en torno a los $700 por dólar.
“No veo mayores sorpresas en esta petición. Es otra forma de pedir lo que han pedido siempre. No cambia nada, salvo esta estrategia”, indica el director de Plasmining, Juan Carlos Guajardo, quien detalla que en las últimas negociaciones colectivas de Escondida el sindicato siempre ha solicitado bonos por encima de los $20 millones.
“Lo que están intentando hacer es traspasar la atención a las utilidades de la empresa, en lugar de ponerla en el monto del bono, lo que podría ser difícil de explicar en el momento que vive Chile, donde hay mucho escrutinio público sobre este tipo de cosas”, agrega Guajardo.
Más allá de Escondida, donde representantes de la empresa y de los trabajadores están concentrados en intentar cerrar esta brecha de entre $2 millones y $3 millones que los separa de un acuerdo, analistas ya se hacen un juicio respecto a las discrepancias que tienen lugar en esta negociación.
El más severo es Gustavo Lagos, académico del departamento de Ingeniería de Minería de la Universidad Católica, quien cuestiona particularmente que los trabajadores planteen a favor de su petición que “es preferible que este mínimo porcentaje (el 1% de los dividendos) quede en beneficio de chilenos y no se vaya al extranjero”, según se lee en una de sus recientes declaraciones.
Para Lagos “el argumento de que esto se lo lleva la empresa para la casa no es a favor de que se los pasen a ellos, que son de los trabajadores mejor pagados en Chile, es simplemente para mantenerlo en el país. De ser así, al menos que vaya dirigido a la gente que más lo necesita, aunque sea para fondos de desempleo, o que se dirijan a un fondo de innovación en Antofagasta”.
El académico va más allá y se pregunta: “¿Cuánto es suficiente para los trabajadores de Escondida?”, planteando que “ellos deberían entender que Chile entero está mirando esto y que francamente $18 millones para una negociación colectiva, con las penurias que pasa la gente en Chile, es casi un insulto”.
Guajardo, en tanto, cuestiona el tono que tiene esta negociación y en general todas las del sector. “Las negociaciones laborales adolecen de un tema y es que no establecen un mecanismo de discusión de asuntos de largo plazo para el desarrollo de las compañías mineras, por ejemplo, sobre la productividad y cómo asociar eso a las compensaciones laborales”, plantea
Desde su perspectiva, “esto no es solo en Escondida, es un tema generalizado”, subrayando que “hay demasiada transaccionalidad, cosas como ‘te compro tiempo o te pido un bono’, en lugar de aprovechar también de ver cómo se desarrolla la mina a largo plazo y cómo se reparten esos beneficios en el tiempo”.
De momento, el mercado no parece estar muy alterado con el desarrollo de estos acontecimientos. En la primera sesión posterior a la votación de la huelga, la libra de cobre cedió 0,1%, hasta cerrar en US$4,417. “El precio del cobre suele incorporar anticipadamente algunos eventos importantes del mercado, por lo que la posibilidad de huelga en Escondida debiera estar reflejado en los precios”, explicó en todo caso Guajardo.
Su opinión es compartida por Eleni Joannides, analista de Wood Mackenzie, quien plantea a The Wall Street Journal que “a precios actuales, las negociaciones de Escondida parecen estar integradas en el mercado”. De todas maneras, indica que “cualquier impacto significativo en el mercado y por lo tanto en los precios, dependerá de si hay una huelga en 10 días o no”.
La situación puede generar más alteraciones de acuerdo al análisis de Sabrin Chowdhury, analista de Fitch Solutions, al sostener que “el mercado ya está apretado, con una demanda que supera a la oferta, la que está luchando por volver a los niveles anteriores al Covid. Si la huelga realmente ocurre, el cobre alcanzará un nuevo récord, más alto que lo que se vio en mayo”.
Entre los mayores bancos de inversión, Morgan Stanley fue el que destacó lo que ocurre en Escondida dentro de sus análisis, indicando en un reporte que las negociaciones del contrato “son un foco clave” para la perspectiva del cobre a corto plazo. Si bien pronostica un superávit de cobre en 2022 a medida que los aumentos de la producción superen la demanda, destaca que el mercado global está experimentando una escasez de metal este año.
Fuente: La Tercera