La realidad de la industria cambiará de manera importante. La capacidad de gestión de estos colosos significará nuevas realidades, por ejemplo, en la relación con gobiernos y la relación con sus competidores. Pero, por otro lado, es probable que liberen activos que no calcen en sus estrategias de negocio.
Por Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Plusmining.
La industria minera se encuentra en un momento de cambios sin precedentes debido a la era de descarbonización, la mayor visibilidad y escrutinio que le ha traído la era de las redes sociales y los cambios geopolíticos que acrecienta la disputa por los recursos mineros.
A pesar de la importancia de la minería en el mundo de hoy y del mañana, las compañías mineras han tenido dificultades para establecer bases sólidas para su crecimiento debido a varios factores. El primero es que el superciclo (2003-2012) no generó los beneficios esperados para quienes invirtieron en esta industria, especialmente en el ámbito financiero. Como consecuencia, las compañías mineras en los últimos años han debido priorizar la recuperación de la confianza de los inversionistas por sobre la búsqueda del crecimiento.
En parte explicado por lo anterior, otro factor decisivo en las carencias de crecimiento es que la capacidad de desarrollar proyectos, especialmente los nuevos (greenfields), ha sido muy decepcionante, con sobrecostos y retrasos de gran magnitud.
Por lo tanto, ante la mayor demanda por minerales que está desencadenando la descarbonización y el rezago en el potencial de crecimiento minero, las compañías mineras se enfrentan a la necesidad de encontrar fórmulas para posicionarse de cara a la mayor demanda esperada. Sin embargo, sin muchos proyectos en sus portafolios, las adquisiciones, tanto de proyectos como de otras compañías mineras, se convierten en el camino lógico.
Los primeros pasos se dieron en la industria del oro, con las compras de Barrick y el reciente intento de Newmont, los dos grandes jugadores de esta industria. Pero dado que el cobre es el metal favorito, la competencia por adquirir y negociar activos y compañías de cobre se está acelerando de manera decisiva. Glencore busca adquirir Teck, una jugada que, de concretarse, tendrá grandes implicancias en Chile, ya que apuntaría a generar sinergias en el gran distrito mundial Collahuasi-Quebrada Blanca.
Resulta interesante que el potencial de valor de esta operación descansa sobre todo en proyectos ya existentes, y no en proyectos nuevos, confirmando que este último camino supone mayores niveles de riesgo.
Otras operaciones en curso son la compra de Caserones por parte de Lundin en Chile, de Copper Mountain por parte de Hudbay en Estados Unidos y la de OZ Minerals por BHP en Australia. Este proceso resultará en la consolidación de tres a cuatro mega compañías, por lo que la realidad de la industria cambiará de manera importante.
La capacidad de gestión de estos colosos significará nuevas realidades, por ejemplo, en la relación con gobiernos y la relación con sus competidores. Pero, por otro lado, es probable que liberen activos que no calcen en sus estrategias de negocio.
La reconfiguración de la industria minera es inevitable, no solo por el mayor estatus de la industria minera en la economía mundial, sino también por la mayor escala de los desafíos que enfrenta y por la mayor competencia por participar del negocio minero, por ejemplo, de los países árabes y de compañías automotrices que buscan asegurar el abastecimiento.
Las fusiones y adquisiciones no necesariamente implican más crecimiento de la base productiva sino de concentración de mercado. Por lo tanto se mantiene la necesidad y oportunidad de aumentar proyectos que tienen Chile, Perú y otros países mineros si se quiere proveer los metales que requiere un mundo más sustentable.
Fuente: La Tercera