La cotización del mineral se ubica en torno a los US$13.400 la tonelada y está por debajo de las estimaciones más negativas de algunos bancos de inversión de Wall Street. Expertos prevén que la presión bajista podría continuar en el corto plazo, pero estiman una recuperación para 2024 hacia niveles en torno a los US$30.000 la tonelada de carbonato de litio.
Por Victor Guillou.
Si el 2022 los precios del litio marcaron un boom histórico, el 2023 ha sido un año de ajuste. Así lo reflejan los datos provenientes de China, el mayor centro de consumo mundial del mineral estrella de la transición energética y la electromovilidad. Específicamente, las cifras de los contratos que se transan en el mercado spot del gigante asiático, donde las cotizaciones siguen sorprendiendo a los analistas y expertos del sector, e incluso se ubican por debajo de las estimaciones más negativas que manejaban algunos bancos de inversión de Wall Street.
Según datos recogidos por la plataforma financiera Investing, la tonelada métrica de carbonato de litio se transó a US$13.394 este martes 5 de diciembre. El nivel no sólo marca un nuevo mínimo anual, sino que iguala precios no vistos desde agosto de 2021. En concreto, la cotización del litio tocó precios no vistos hace 27 meses, específicamente desde el 13 de dicho mes, cuando se cotizó en US$13.185 la tonelada. Por ese entonces, el denominado oro blanco comenzaba a experimentar un frenético incremento que, meses más tarde, lo llevaría hasta su máximo histórico, por sobre los US$80 mil la tonelada, en noviembre de 2022.
La referida cotización marca importantes bajas al compararla con su punto más alto. El 11 de noviembre de 2022, la tonelada métrica del litio se transó a un récord de US$81.565. Poco más de 12 meses más tarde, se verifica una baja del 84% desde entonces. Y sólo en lo que va del año, la caída es del 80%.
Aún más, los niveles de precio actuales están ubicándose por debajo de las estimaciones más negativas que manejaban Bank of America y Goldman Sachs, en torno a las US$15.000 por cada tonelada.
Daniel Jiménez, socio director de la consultora especializada iLiMarkets, se suma a quienes no preveían estos niveles de precio del litio. De hecho, no esconde su sorpresa. “Ya pasó por debajo de lo que hubiera considerado como piso”, sostiene el experto, quien también fue vicepresidente comercial senior de litio, yodo y productos químicos industriales en SQM.
Sin embargo, se muestra optimista ya que, a su juicio, el precio del litio “no debería bajar mucho más”.
“Creo que, por las dinámicas de mercado, los precios deberían empezar a rebotar relativamente luego. Eso podría ser dentro de los próximos tres meses. Por lo que no creo que baje mucho más de lo que está hoy día, simplemente porque la baja de los precios, en mi opinión, responde a que en 2022 se acumularon muchos inventarios en la cadena completa, tanto de litio, cátodos y baterías, y que este año los bajaron. Entonces, al bajar los inventarios, no compran litio”, explica sobre sus previsiones, así como también las razones detrás del brusco ajuste de este año.
Con todo, para el experto “en el largo plazo no va a haber un déficit enorme” entre la oferta y la demanda ante el alto desarrollo de proyectos de litio en el mundo, por lo que estima “bien improbable que volvamos a precios de US$50 mil o más”. En promedio, para el largo plazo, prevé que el precio ronde los US$20.000 y US$30.000 la tonelada, ya que para los productores de mayores costos, principalmente en China y algunas regiones de África, los precios actuales están por debajo de los niveles que hacen rentable el negocio.
En una línea similar, el analista senior de industria minera de la consultora Plusmining, Andrés González Eyzaguirre, notó que los precios actuales “ya están acercándose al último cuartil de la curva de costos marginales”, por lo que los productores de mayores costos “como es el caso de algunas operaciones a partir de lepidolita en China, ya están vendiendo litio a niveles cercanos o posiblemente incluso por debajo del costo de producirlo, lo cual evidentemente no es rentable en el largo plazo”.
El analista acota que, en cuanto a la producción nacional de litio, que realizan SQM y Albemarle en el Salar de Atacama “enfrenta los menores costos operacionales del mundo, cercanos a los US$ 4.000 por tonelada, lo que indudablemente le otorga una ventaja comparativa significativa frente a sus competidores”. Y, aunque ve que “los precios pueden seguir cayendo en el corto plazo”, afirma que “es de esperar que sea dentro de un rango acotado”, explica.
El analista remarca que la demanda por el mineral estrella de la electromovilidad “sigue fuerte en sus fundamentos a partir de los autos eléctricos, cuyas ventas se espera que crezcan en torno al 35% en 2023″, a lo que agrega la entrada en operación de proyectos que “aportan oferta adicional, lo que a su vez ha presionado a caídas en los precios”.
En esa línea, prevé que para el próximo año, ante la entrada operación de “varios proyectos greenfield junto al ramp-up de operaciones que partieron en 2023, es de esperar que la oferta continúe creciendo a una tasa mayor al crecimiento de la demanda”, lo que mantendrá una presión bajista sobre el mineral.
“Ahora bien, de acuerdo a nuestras proyecciones, ya a partir de 2025 o 2026 no es esperable que la oferta logre crecer al ritmo de la demanda, lo que conduciría a un déficit de oferta a partir de 2027, lo que a su vez presionará al crecimiento sustantivo de los precios” acota.
En tanto, para José Ignacio Pérez, analista de Estudios de Bci Corredor de Bolsa, la presión bajista sobre el litio se mantendrá en el corto plazo “mientras en China no se generen estímulos económicos robustos que permitan mejorar la velocidad con que crecen las ventas de vehículos eléctricos”, factor que explica por el lado de la demanda, el menor precio del litio, a lo que suma, por el lado de la oferta, la mayor producción para este año y el próximo, “antes de lo que se previó a comienzos de año”.
Así, para 2024 estima que el precio del carbonato de litio grado de batería “promedie en torno a US$30.000 la tonelada, consistente con una recuperación de la velocidad de crecimiento en la demanda por vehículos eléctricos”.
Fuente: La Tercera