Si bien es importante que el mundo empresarial vaya más rápido en la incorporación del aspecto ambiental, no se puede soslayar el intento de instrumentalización política del tema ambiental.
Ad portas de comenzar la discusión de una nueva Constitución y en el marco de crecientes presiones derivadas del cambio climático cabe preguntarse sobre las visiones ambientales que se incorporarán en el ordenamiento del país.
Desde el Informe Brundtland en 1987, el balance entre las dimensiones ambiental, social y económica han sido el paradigma mundial para lo que hoy es el desarrollo sustentable, el cual exige considerar aspectos ambientales y sociales, además del mero crecimiento económico.
Sectores ambientalistas tuvieron el mérito de incorporar al medioambiente en el entendimiento oficial del desarrollo aunque paradojalmente no acepten del todo este concepto y en algunos casos adhieran a la filosofía de la ecología profunda, que considera al ser humano supeditado a la naturaleza en lugar de en comando de ella.
El cambio climático se ha convertido en un aspecto cada vez más gravitante en el mundo y ha acentuado la presión ambientalista. Un concepto que ha ido ganado nuevamente terreno la vieja idea del extractivismo (o neo-extractivismo), impulsada por el uruguayo Eduardo Gudynas. A los temas ambientales, esta ideología agrega componentes próximos a las teorías latinoamericanas del estructuralismo y la dependencia, al criticar la estructura productiva “primaria” de los países subdesarrollados (escasos procesos de transformación industrial), como causa de su posición desmedrada en el sistema mundial.
Esta discusión se torna muy relevante para Chile en el momento actual. No es difícil darse cuenta de que desde hace muchos años la visión ambientalista, y crecientemente el neo-extractivismo, se ha ido posicionando e influyendo en las decisiones del país. La oposición tenaz a proyectos de inversión es ya un dato de la causa y la ley de glaciares podría avanzar con un marco restrictivo incompatible con la actividad productiva. La industrialización del litio es un tema de amplia repercusión en el ideario popular y el futuro de las fundiciones de cobre no logró resolverse por indefiniciones en lo que el país desea hacer en esta etapa productiva.
Si bien es importante que el mundo empresarial vaya más rápido en la incorporación del aspecto ambiental, no se puede soslayar el intento de instrumentalización política del tema ambiental. El debate constitucional que viene debe ponderar adecuadamente la variable ambiental para evitar caer en restricciones que hagan inviable la razonable explotación de los recursos naturales que un país como Chile no puede dejar de lado
Juan Carlos Guajardo – Director Ejecutivo Plusmining