«En el debate minero parece imponerse la visión del “extractivismo”, ideología que denosta el aporte de la minería al desarrollo. Es importante que exista claridad de cuál es la visión de largo plazo del país con su minería de forma de evitar que estas incertidumbres alimentadas por grupos extremos terminen incrementando la percepción de riesgo»
Por Juan Carlos Guajardo
Es sabido que la demanda de varios minerales como el cobre y el litio se va a acelerar por la tendencia a la electrificación mundial. Chile y Perú son los países con la mejor posición para aprovecharlo y la industria minera presente en Chile ha manifestado su disposición a aportar más al país. Sería triste desaprovechar esta oportunidad, pero aún queda tiempo para enmendar el rumbo que hoy no parece bien encaminado.
La propuesta que reveló el gobierno a través de indicaciones al proyecto de ley del royalty eleva la carga tributaria total para las compañías mineras a niveles de los más altos del mundo, por sobre 50% cuando precio llega a 3,84 dólares la libra de cobre y al 60% con precios en torno a 4,5 dólares la libra de cobre, de acuerdo con nuestro modelo.
Además, utilizar rangos de precio y no de rentabilidad para determinar la carga tributaria o directamente aplicar una carga fija como es el ad valorem es innecesariamente rígido y dañino, especialmente con los yacimientos mineros de menor calidad geológica. Quedará cobre enterrado y por ende desaprovechado para el propio fisco si se usan mecanismos como estos.
Hay consenso en que los impuestos pagados por la industria minera deben quedar en mayor proporción en las zonas donde opera. Sin embargo, las indicaciones apuntan a un fondo regional de poco más de 200 millones de dólares, es decir 15% del total que se espera recaudar de la minería. Estos valores no ayudarán a legitimar a la industria minera y revelan el afán de gastar centralizadamente estos recursos.
Pero las consecuencias de esta propuesta tienen un alcance mayor. Se confía en que un aumento de la carga tributaria de la envergadura propuesta no ahuyentaría la inversión. Es recomendable evitar este exceso de confianza pues los inversionistas sí están tomando nota. Y no es solo por el monto, sino también por la forma en que este proceso está ocurriendo. Los impuestos pueden cambiar, pero conviene hacerlo en un marco que preserve la credibilidad del país. No ayuda que el debate se centre en la mera extracción de rentas y no se tome debidamente en consideración el interés por desarrollar la industria.
Hay países que tienen cargas tributarias altas (aunque no superiores al 50%) pero que ofrecen una trayectoria de credibilidad y seriedad que es valorada por el inversionista. Chile y otros países latinoamericanos hoy enfrentan períodos de cambio que aún no terminan pero que incluyen en el menú algunos cambios radicales. Además, en el debate minero parece imponerse la visión del “extractivismo”, ideología que denosta el aporte de la minería al desarrollo. Es importante que exista claridad de cuál es la visión de largo plazo del país con su minería de forma de evitar que estas incertidumbres alimentadas por grupos extremos terminen incrementando la percepción de riesgo y por ende la tasa de descuento aplicada para evaluar proyectos mineros en Chile.
Tampoco ayuda el retroceso en la certeza jurídica para el inversionista, reflejado en la judicialización que hace inefectivos los permisos entregados por la autoridad a lo que se suma una emergente tendencia a rechazar más proyectos en el Sistema de Evaluación Ambiental.
Hay que lograr escapar de los ciclos de inversión y desinversión que marcan la historia de países productores mineros en África y América Latina. Un país estable y que aprovecha los beneficios de un proceso de desarrollo continuo en torno a sus recursos naturales, evita cambios regulatorios drásticos que puedan afectar las decisiones de inversión. Por el contrario, países con debilidades políticas e institucionales, tienden a sufrir períodos en los que, por ignorancia o ideología, buscan extraer rentas hasta el punto en que se afecta la inversión. Y al cabo de los años, cuando apremia la pobreza que genera esta falta de inversión, se debe revertir la andanada regulatoria para intentar recuperar el interés de la inversión. El resultado neto termina siendo negativo.
Es crucial tener claro qué busca Chile en relación a su sector minero. Este royalty responderá buena parte de esta pregunta. Aún queda la discusión parlamentaria, donde existe la oportunidad de consolidar un horizonte de largo plazo y desarrollista para la minería y evitar caer en un ciclo negativo.
Fuente: La Tercera